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Aún recuerdo mi primera clase durante la semana de adaptación en la facultad. Todos mirábamos a la profesora en el anfiteatro y se me grabó esta parte de su conferencia: ¨existen cuatro principios éticos en la práctica de la profesión médica: beneficencia, no maleficencia, justicia y autonomía. El médico debe intentar siempre no hacer daño¨.

Los años pasan, llegan los seminarios, las clases taller y la vida no te permite pensar mucho en Ética y Deontología, e intentas meter todo el contenido posible en tu disco duro porque sabes que la carrera es muy corta y el conocimiento, demasiado. Y en un abrir y cerrar de ojos te ves con bata ejerciendo, tomando decisiones y comprendes que la fina línea que separa la muerte de la vida depende de tus acciones. Terminas convenciéndote y comprendiendo que esta tarea es titánica y que existe siempre la posibilidad de que te hayas equivocado. Tratas de tomar la más adecuada de las decisiones. El error médico existe y es considerado en Estados Unidos como la tercera causa de muerte.

Resulta tema espinoso para el profesional de la salud hablar acerca de la existencia y sobre todo de la ocurrencia de estos. Durante la vida de un médico existe la posibilidad de cometer errores tanto diagnósticos como terapéuticos. Estos ocurren sin intención del profesional tratante y existen condiciones objetivas que favorecen la ocurrencia: el agotamiento físico y la escasez de medios diagnósticos adecuados son ejemplos por solo citar algunos. No existe una fórmula matemática que permita predecir todas las situaciones donde el médico se desempeña. Entre los teóricos de este tema existe un conjunto de fenómenos conocidos como sesgos:

Disponibilidad: Se toma como posible conducta lo primero que evoca su mente y subestima todas las posibilidades.

Representación: Se centra en manifestaciones clásicas de una enfermedad específica y olvida las formas raras de esta.

Anclaje: Se aferra a un determinado diagnóstico

Confirmación: Se considera solo los datos que apoyan al diagnóstico y obvia los que no lo hacen

Atribución: Se atribuye a los pacientes estereotipados

Afectivo: Permite que los sentimientos se interpongan en la conducta e del médico.

El proceso tanto diagnóstico como terapéutico es puramente científico, pero es realizado por seres humanos que por naturaleza pueden cometer errores, lo cual nos mantiene muy alertas y explica la gran responsabilidad que sobre nuestros hombros se coloca en cada tarea clínica y a la vez da una ilustración de la complejidad legal y humana de nuestra profesión.

El médico nunca actúa tratando de dañar al paciente, sino que intenta brindar un sitio y apoyo al pasar por los sistemas de atención. Las formas más confiables para lograr una atención de calidad es tratar de adquirir el mayor conocimiento posible que nos ayude a enfrentar la gran cantidad de escenarios clínicos posibles. A esto se suma la gran vocación humanista de nuestra profesión y le ponemos el corazón a cada actividad que realizamos, tratando de dar el mejor tratamiento a cada paciente en cada momento.

Mucho se ha escrito acerca de las recomendaciones para el profesional tratante en pos de evitar el error durante su práctica, aquí le van algunos consejos tomados del Manual Merck que consisten en preguntas que debemos realizarnos al abordar un paciente:

1. Si no es el diagnóstico presuntivo ¿Qué otra cosa puede ser?

2. ¿Cuáles son las entidades más peligrosas que puedes ser?

3. ¿Hay alguna evidencia que no concuerda con el diagnóstico presuntivo?

Primero no hacer daño se nos mantiene presentes. Durante este tan complicado entramado de relaciones que se establece entre el médico tratante y el paciente siempre la voluntad de ayudar prevalece. Agradecemos a todos esos pacientes que en algún momento de nuestra profesión sirvieron y confiaron en nosotros para ser nuestra primera vez: Primer abordaje, primera intubación, primera canalización de vena, primera sonda. Gracias por el conocimiento aportado y la calma dedicada a comprendernos. Gracias por ayudarnos ser mejores profesionales y que cada día sea más difícil hacer daño porque nuestra profesión como en varias ocasiones hemos dicho es ciencia, oficio y arte.

Tengan por seguro que nosotros desde nuestro lado nunca queremos hacerles daño.

  • Dr. Arisbei Pérez Moraga

    Residente de Medicina Interna. Vive en la ciudad de Santiago de Cuba. Se desempeña como médico internista en el hospital donde realiza su residencia.

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